top of page
Buscar
Foto del escritorPsicoteofilo Fernandez

LOS PILARES FUNDAMENTALES PARA CONVERTIRSE EN UN ESPÍRITU LIBRE SEGÚN NIETZSCHE...

A lo largo del libro “Más allá del bien y del mal”, Nietzsche convierte a la autoafirmación de la voluntad y la renuncia a la influencia ajena en los pilares fundamentales para convertirse en un espíritu libre, pero también esboza otras características que, a su entender, deben tener las personas que aspiren a pensar y decidir por su cuenta. Disfrutan de la soledad. “Todo hombre selecto aspira instintivamente a tener un castillo y un escondite propios donde redimirse de la multitud, de los muchos, de la mayoría”, escribió Nietzsche. Y no es casual que sea una de las primeras características de los espíritus libres que mencione ya que, según el filósofo, la soledad elegida es una condición esencial para el librepensador.


La soledad no solo es una condición sino que no para la introspección sino que nos permite asumir la necesaria distancia psicológica para encontrar nuestro verdadero «yo» debajo de tantas capas sociales. Escuchan con la mente abierta. Un espíritu libre no es una persona arrogante, sino que huye de la presunción de saberlo todo y abre su mente a nuevos conocimientos y perspectivas. Nietzsche escribió: “El amante del conocimiento debe escuchar sutil y diligentemente, debe tener sus oídos en todos aquellos lugares en que se hable sin indignación”. Aunque una parte del viaje del espíritu libre transcurre por senderos interiores, en la búsqueda de sí mismo, otra parte transcurre en el mundo compartido, por lo que estas personas deben estar dispuestas a beber de todas las fuentes.


“Tenemos que desembarazarnos del mal hábito de querer estar de acuerdo con todos”, dijo Nietzsche. La necesidad de buscar la aprobación y la aceptación nos puede alejar de nosotros mismos, haciendo que acallemos nuestros auténticos deseos y aspiraciones. Por eso el espíritu libre se libera de la mentalidad de masas y de esa pereza privada que consiste en supeditarse a la opinión pública. Un espíritu libre escucha, pero luego valora y decide autónomamente. Eso, en muchas ocasiones, puede significar que los demás no estarán de acuerdo con nuestras ideas y decisiones, lo cual nos granjeará muchas críticas. Y hay que estar preparados para lidiar con esa oposición.


Son fuertes y saben lidiar con las críticas. Ser un espíritu libre en una sociedad que hace de todo porque las personas encajen en moldes preestablecidos requiere mucha fuerza y coraje. Nietzsche decía “es cosa de muy pocos ser independiente: es un privilegio de los fuertes”. Pensaba que quien intenta serlo “se introduce en un laberinto, multiplica por mil los peligros que ya la vida comporta en sí” y ni siquiera puede aspirar a la empatía ya que la mayoría de las personas no le entienden, por lo que pueden calificar sus ideas y decisiones como tonterías o herejías, según el nivel de alarma que causen y la medida en que choquen con las normas sociales establecidas. Nietzsche lo había previsto: “nuestras intelecciones supremas parecen necesariamente – ¡y deben parecer! – tonterías y, en determinadas circunstancias, crímenes, cuando llegan indebidamente a oídos de quienes no están hechos ni predestinados para ellas”.


Van más allá de los estereotipos sociales. El espíritu libre que describe Nietzsche tiene que ser capaz de ir más allá del bien y del mal, evitar esa “peligrosa fórmula” moral ya que nos convertiría únicamente en “bravos abogados de las ‘ideas modernas’”; o sea, defensores del sistema de turno. Para el filósofo, ser un espíritu realmente libre equivale a deshacerse de los condicionamientos morales y sociales para determinar nuestra vida por nosotros mismos, más allá de lo que se supone que debemos o no debemos hacer. Por eso, el suyo es un llamamiento a subvertir la vieja estructura de valores que, según él, esclaviza al espíritu humano.


Una estructura de valores basada en lo bueno o malo, etiquetas que nos impiden ver las cosas en su vasta complejidad y pasar por alto toda la gama de colores que existe entre el negro y el blanco. En la cual desarrollan el desapego. Para Nietzsche, el espíritu libre “no puede quedar adherido a ninguna persona: aunque sea la más amada”, tampoco a una patria, martirio y ni siquiera a la ciencia porque ese apego enfermizo le arrebataría la objetividad y la posibilidad de seguir avanzando en el camino del descubrimiento. Incluso afirma que no debemos “quedar adheridos a nuestro propio desasimiento, a aquella voluptuosa lejanía y extranjería del pájaro que huye cada vez más lejos hacia la altura, a fin de ver cada vez más cosas por debajo de sí […] Hay que saber reservarse: ésta es la más fuerte prueba de independencia”.


La práctica del desapego consiste en abrazar la incertidumbre y tener la flexibilidad necesaria como para cambiar de ideas si nos damos cuenta de que estábamos equivocados o de que esas ideas nos estaban dañando porque habían perdido su razón de ser..

3 visualizaciones0 comentarios

Commentaires


Publicar: Blog2_Post
bottom of page